Artículo de:
Teobaldo Rodríguez
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Los pecados capitales son una clasificación de los deseos y vicios que van en contra de las enseñanzas morales o éticas de una religión o de una doctrina. Una de las clasificaciones más populares viene de parte del cristianismo, sin embargo cada religión ha hecho su propio listado basado en principio a sus argumentos.
En general la definición que se da de “capital” es que representan la base, es decir la fuente o principio de otros pecados.
En este artículo usaremos esta definición y la categorización que se creó desde el siglo V para tratar de definir cuáles serían esas malas prácticas que nos podemos encontrar en la gestión de proyectos
La Soberbia: la definición clásica se trata de la apreciación descontrolada de nuestro propio valor, atractivo e importancia ante los demás. Es decir, una persona narcisista o vanidosa es considerada soberbia.
En la gestión de proyectos lo podemos comparar con un director de proyecto que considera que siempre tiene la razón y que sus capacidades son superiores al resto de su equipo de proyectos, que los errores los realizan otros, pero él/ella no.
Esto puede ser muy peligroso para su equipo y para el proyecto, ya que el director de proyecto puede perder la oportunidad de escuchar y gestionar actividades de parte del equipo y así mejores soluciones al proyecto, como por ejemplo resolver problemas de raíz que no es capaz de ver.
Un ejemplo común es el director que siempre busca que se realice una actividad como él diga sin importar los comentarios o experiencias del resto del equipo y que cuando ocurra un problema (que por supuesto ocurrirá) señale a otros como culpables por su ineficiencia.
En contraposición a la soberbia tenemos la humildad. Un director de proyectos con humildad aceptará el hecho que requiere de ayuda por parte del equipo para resolver algún problema, escuchando activamente y apoyando al equipo en la solución.
La Ira: es un sentimiento descontrolado y desmedido de cólera o enojo, que puede llegar a impulsar actos de violencia física o verbales contra otros o contra sí mismo. Es quizás uno de los más peligrosos.
En la gestión de proyectos lo comparamos con un líder de proyectos que no puede controlar sus emociones ante eventos no deseados o ante el stress, creando un ambiente de trabajo tóxico de agresiones (normalmente verbales, pero no se descarta lo físico) y miedo por parte del equipo de trabajo.
Este tipo de situación normalmente trae como consecuencia ambiente de trabajo estresantes y que el equipo de trabajo no dure lo suficiente ya que buscaran moverse a otra organización o proyecto, o buscaran cambiar al director de proyecto lo antes posible.
En contraposición a la ira podemos encontrar la Paciencia, que no es más que la actitud para sobrellevar los contratiempos y dificultades mediante la adaptación y control de las emociones.
La Avaricia: Se trata del deseo descontrolado de poseer bienes materiales o riquezas de manera excesiva o irracional, sin importar los medios para conseguirlos.
También podemos ver la avaricia en el director de proyectos en una organización cuando evita a toda costa compartir información o recursos para ayudar a sus otros colegas o a la organización en general.
Obligando al equipo de trabajo a trabajar únicamente para su proyecto o utilizar los recursos únicamente para su proyecto.
El ejemplo común es de un director de proyectos que pedirá más información, más aprobaciones más y mejores recursos para poder ejecutar el proyecto y únicamente su proyecto, esto sabemos que traerá como consecuencias atrasos en general, disgusto por parte de los interesados y daños en la confianza en general cuando exista la necesidad de compartir ya sea información relacionada del proyecto, recursos o incluso lecciones aprendidas que sucedieron en el proyecto.
En contraposición tenemos la generosidad, que busca entender la situación en general y apoyar de manera proporcionada las otras áreas o proyectos para un beneficio en común para la organización, un ejemplo es cuando un líder de proyecto comparte las lecciones aprendidas de un proyecto (buenas y malas) para el beneficio de la organización y del equipo.
La Envidia: se trata de un sentimiento de pesar o molestia ante el bien o éxito de terceras personas. Se relaciona al hecho de que no se desea que esa otra persona no tenga éxito alguno deseando finalmente el mal ajeno.
En la gestión de proyecto podemos ver esta situación con directores que viven comparándose con otros colegas en base al grado de éxito o fracaso de su proyecto.
Normalmente buscando siempre excusas para indicar las razones de porque el otro tuvo éxito, ejemplo: es que el otro tiene más recursos y autoridad que yo, siempre me tocan los proyectos más difíciles. El problema de este sentimiento es que normalmente se basa en causas de éxito o fracasos irreales que merman el desarrollo de la persona con la envidia.
En oposición tenemos la empatía, que es una cualidad apreciada ya que permite percibir esos sentimientos de los demás y entender a esa otra persona desde su punto de vista. Comprendiendo así finalmente el motivo del éxito de la otra persona y buscar así aprenderlo para crecimiento profesional
La Lujuria: se trata de un deseo desmedido e irracional de carácter sexual, es la búsqueda sin control para satisfacer deseos que puede degenerar en actitudes deshumanizantes.
En la gestión de proyectos no lo vamos a enfocar en ámbitos sexuales (ya que es más que evidente los problemas que acarrea esto), más si lo enfocamos en aquellos líderes de proyectos que buscan de manera desproporcionada la aprobación de todos en el proyecto, es decir es ese líder de proyectos que desea quedar bien con cada interesado o con cada integrante del equipo del proyecto.
Este tipo de situación puede traer como consecuencias atrasos en el proyecto o gastos excesivos ya que el hacer a cada persona “feliz” puede ser contraproducente para el éxito final del proyecto.
En oposición el director de proyecto debe ser capaz de ser moderado, es decir, saber encontrar el equilibrio entre el bienestar de la mayoría de los interesados y equipo de proyecto sin afectar de manera desproporcionada los objetivos finales del proyecto.
La Gula: en la definición clásica trata del consumo excesivo de alimentos y bebidas, es el vicio de comer y beber de manera irracional lo que conduce a pagar consecuencias físicas y sociales.
Similar a la lujuria no podemos a enfocar la gula a la alimentación en la gestión de proyectos, sino el enfoque se dará a querer tener más de todo.
En la gestión de proyectos no se puede considerar como algo negativo el querer tener lo mejor, sin embargo este tipo de situaciones se puede salir de control ya que el líder de proyecto buscará poseer la mayor información, lo mejores y más recursos, el mayor presupuesto, la mejor calidad y más aprobaciones, querrá tener todo para él o ella solamente antes de empezar a trabajar, este tipo de situación puede a llegar a ser irreal o nunca alcanzable, obligando a atrasar el proyecto o incluso cancelarlo.
En contraposición esta la moderación a las necesidades que se deben de tener para el proyecto para alcanzar ese resultado deseado. Es decir, poder encontrar ese equilibrio de las necesidades y de los resultados obtenidos.
La Pereza: es la no capacidad de poder hacerse cargo de las obligaciones personales. Las personas olvidan o difieren sus obligaciones generando en corto o medio plazo una incomodidad personal, aislamiento y tristeza.
En la gestión de proyectos podemos encontrar esta situación normalmente en líderes de proyectos con problemas emocionales (tristeza o depresión) o con motivos relacionados a falta de motivación que puede llegar a ocasionar la parálisis de acción en el proyecto por falta de iniciativa o toma de acción por parte del líder.
Puede traer como consecuencia todo problema relacionado a la inexistencia de un líder de proyectos, es decir desde problemas de comunicación a desbalance en las cuentas financieras del proyecto, pasando por problemas de calidad en los entregables y finalmente molestias en los interesados y patrocinadores. Es quizás una de los más peligrosos
En contraposición a la pereza encontramos la diligencia, que no es más que el esmero y el cuidado a ejecutar los compromisos, proponer metas fijas y cumplirlas en su tiempo con entusiasmo y esmero.
Como podemos observar el uso de la categorización clásica de los pecados capitales da como resultados un paralelismo que podemos corresponder clara y directamente con comportamientos erróneos del gerente de proyecto durante la ejecución de un proyecto o gestión del equipo de trabajo.
Conocer y comprender los comportamientos erróneos ya sea usando categorías como las mostradas u otra forma para poder comprenderlos más fácilmente, nos permite entender si en algún momento nosotros como líderes sufrimos de alguno de ellos o si observamos estos comportamientos de terceros, buscando de esta manera tomar acciones ya sea de manera personal o lanzando una alerta de la situación.
Muy buen articulo, muchas gracias!
Excelente artículo! Interesante comparativa y digna de reflexión!
Excelente exposición de los pecados capitales llevados al ámbito de la gestión de proyectos.
Hector Casanova